¿Hasta cuándo…?
Cuando la libertad de expresión se convierte en libertinaje (libertinaje manifiestamente ideológico y criminal, como ocurre ya en Chile hoy…)...
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Fernando Moreno
Cuando la libertad de expresión se convierte en libertinaje (libertinaje manifiestamente ideológico y criminal, como ocurre ya en Chile hoy…), así no sea (hipócrita y mentirosamente) invocando “derechos” y exigiendo prebendas de dudosa legitimidad, el Estado/gobierno, encargado y responsable del Bien Común (“que es unidad de paz”) está obligado a evitar (y castigar adecuadamente) la alteración del “orden” en vistas a la “unidad de paz” (Santo Tomás de Aquino); en la que se fundamenta la existencia misma de la sociedad política y el bien de sus miembros (común y personal).
A tal respecto, no se debe confundir la legítima, debida y exigida “firmeza” con “represión”, ni un Estado gobierno más bien “contemplativo”, con un nefasto “dejar hacer, dejar pasar”.
Es manifiesto que la normal convivencia humana en Chile está siendo gravemente alterada; y no solamente por las grotescas y criminales “manifestaciones”, si no -como agregada o complementariamente- también por la abundante y criminal práctica (ya habitual….), de robos y asaltos: desde los simples “lanzas”, “cogoteros” o “pandilleros”, a los “profesionales” ladrones de bancos, cajeros, comercios, o domicilios particulares; sin omitir la violenta criminalidad Mapuche. Todo lo cual, no es ajeno a la “casi” (¡) connivente disposición de jueces y operadores de “la puerta giratoria”, así como a la mentirosa y nefasta normativa concerniente a supuestos “menores de edad”, considerados sin discernimiento y, ergo, no imputables.
La sensación, injustificablemente objetiva, de impropio desorden y aún de nefasto caos, en la vida social chilena, está “incubando” ya las condiciones para la forja de una próxima segunda “vía chilena al socialismo”.
Y esto, bajo el “maridaje” -esta vez- “democretino”- comunista, y con el “aporte” del conflictual maridaje entre “renovados” (Renovación Nacional) y “unio-independientes” (UDI).
Sea lo que fuere, el actual desorden chilensis, más que simplemente alterar la normal convivencia y destruir “bienes y servicios”, está erosionando gravemente ya no sólo la indispensable y propia tolerancia sino con ella ella, la amistad cívica (Aristóteles). La tolerancia es virtuosa -o es aún una virtud social- sólo en orden al bien debido; el que es preciso llevar a cabo, evitando el mal que se le opone. El mal, cuya raíz, o cuyos principios (remotos o próximos) no han agotado la energía, que Marx, desde el siglo XIX, enunciaba como la “lucha de clases”, “tejido y dinámica de toda la historia(¡). (Manifiesto Comunista).
En todo lo cual, está “en juego” o está “en cuestión” la “buena vida humana del pueblo” (Aquinate) y el “futuro esplendor” “chilensis”.